Era un personaje de leyendas, este hombre de figura atlética
y ademanes de Caballero de la Corte de Zares, Reyes o Emperadores. Se
desplazaba por las viejas calles del puerto, impecablemente vestido de azul,
con zapatos, medias y corbatas del mismo color, que resaltaban una elegancia que
él manejaba con absoluta maestría.
Pocas personas conocían sus nombres y apellidos, así como el
lugar de su residencia y zona de trabajo. El pueblo con la chispa criolla que
es parte de su patrimonio personal, bautizó al sujeto como "Cielito
Azul", pero una dama entrada en años cuya residencia estaba ubicada
precisamente en la ruta transitada por el humano azulejo, al paso de éste le
gritaba con todas las fuerzas de su mala intención. . . Adiós. .! Peíto Azul. Y
este apodo para toda la vida, quedó estampada en la humanidad de aquel
ciudadano.
