En
terrenos de colinas de suaves pendientes, hacia el noroeste del municipio, hubo
una vez un pequeño trapiche destinado a producir melaza para alimentar el
ganado y papelón para endulzar el café de los parroquianos y demás uso de
confiterías. Sería en la década de los cincuenta su pleno funcionamiento y en
los primeros años de los sesenta su muerte anunciada. Ahora no puedo precisar
su vida útil. No es extraño que este trapiche fuera también propiedad de
Galavís, aunque alguien me dijo que estuvo bajo la égida del doctor Carozzo o
de la Petroquímica. Su producción debió ser limitada, circunscrita a un consumo
moderado.
Cuando
adolescentes, pudimos ver el viejo trapiche abandonado, aún funcionaba el
sistema mecánico de la molienda y en cilindricos tanques subterráneos
permanecía todavía la melaza olvidada cuyo penetrante aroma denotaba el
florecimiento y la prosperidad de otros tiempos.
En un
pequeño valle se hizo un campo para jugar al béisbol. Eran los tiempos de
barrio Coro Viejo o Bota Burro. Se fueron excavando las paredes del cerro para
ganar terreno plano, puesto que por el otro extremo una ciénaga casi permanente
amenazaba con tomar el espacio conquistado. Los amigos de la cacería
frecuentaban el lugar por la presencia de varias especies de animales
silvestres. Joaquín Delfín mataba tigres con su machete y su perra cazadora y
Juan Zavala los espantaba con su sombrero (¡Sooo, tigre!) cuando estaban a la
orilla del camino.
En algún
paraje escondido, Emiro Reyes y Rafael Velásquez echaron amarras a una rucia y
la alimentaron cierto tiempo. No sabemos cuál era el motivo de esta actitud,
quizás eran guiados por su amor conservacionista hacia los animales. ¿Usted
cree? Otro que era un experto en amarrar con mecate a los cuadrúpedos fue
Alexis Hernández.
Hablando
beisbolísticamente, el campo se hizo a duras penas y con mucho sacrificio.
Recordamos entre los jefes y entrenadores de esos años a Ángel Eugo y a Héctor
Idehoven. El primero fue manager de un equipo trabuco llamado "Trapiche
Star" -del cual fui short stop- que llevó el nombre de Morón lejos de sus
fronteras.
El
segundo lidió con muchos de nosotros para hacernos peloteros, siempre sentimos
su mano amiga en todos los campos improvisados donde se jugaba entonces: La
Pancha, la vega del río Morón cerca de La Charneca, en los terrenos cerca de la
empresa de explosivos, y otros.
En el
campo de El Trapiche se daban grandes caimaneras, pero también se trabajaba en
el desmonte simultáneamente. Una vez, estando en ambas faenas, unos cortaban
monte y otros jugábamos, se encontraba Félix Coyote en un bajo del campo cuando
de pronto le cayó sobre el cuello una enorme culebra que se le enroscó en el
mismo; este cristiano pegó una solemne carrera que nadie lo pudo alcanzar para
quitarle el reptil del pescuezo: todavía lo andan buscando. El viejo campo de
béisbol d El Trapiche hoy permanece cubierto por las aguas que un tubo roto, de
esos que van hacia Pequiven, vertió por largo tiempo sin que nadie pudiera
evitarlo. Hoy, en vez de oírse los gritos alegres de los peloteros se oye el
croar de las ranas y el sigilo de la baba cuando acecha a su presa.
En la
parte alta de El Trapiche se conformó un barrio de forma longitudinal que llega
hasta el sector El Retruque, en las inmediaciones del barrio Valle Verde. Los
pobladores son de escasos recursos. Poseen medianamente algunos servicios. Sin
embargo, se ha observado crecer, en los últimos años, los índices de
delincuencia y marginalidad.
"Udón
Pérez"se llama su escuela, que se construyó sobre las viejas instalaciones
de El Trapiche. Esta escuela fue creada agracias a las iniciativas del Club de
Leones de Morón conjuntamente con el sindicato de Pequiven y la municipalidad
de Puerto Cabello. En la actualidad es una escuela perteneciente al
ayuntamiento morense y es dirigida por Irais de Pacheco. Se me dice que el
nombre de "Udón Pérez" se le puso por la presencia de varios
maracuchos en los organismos gestores que así quisieron honrar la memoria del
ilustre poeta nacido en Maracaibo el 6 de marzo de 1871. Fue el poeta que le
cantó a la tierra del sol amada, quien compuso la letra del himno del estado
Zulia. Quedó huérfano a los diez años de edad y esto no fue obstáculo para que
estudiara en la Universidad del Zulia medicina y ciencias políticas, aunque no
se graduaría nunca "a pesar de haber podido hacerlo con honores, porque
decía que había aprendido para ser docto y no doctor". Fue un poeta
clásico y romántico. Udón Pérez murió repentinamente el 24 de julio de 1926.
Siempre
vuelvo al trapiche cuando voy a darle zapato, en dominó, a Onésimo Riera.
Fuente: Libro Crónicas desde Morón, escrito por el Profesor Alexis Coello.