La
Pancha fue un surco cenagoso (todavía lo es en parte), que constituye la vega
del rio Morón en su curso medio y en su lado oeste. Este lote de terreno es
anegadizo, excepto la parte que ha sido rellenada y donde se ubican importantes
establecimientos comerciales. Su ubicación es céntrica, a escasos metros de la
encrucijada de Morón y al costado este la avenida Falcón. Esta zona es el
desagüe natural del río a la vez el área que recoge el drenaje de las aguas que
bajan de la parte occidental (de los barrios de San Diego, Las Parcelas, La
Línea, Barrio Coro, etc.) y que son conducidas hasta el lecho del río, por esto
es que La Pancha está cruzada de canales y quebradas que como cicatrices
marcaron su incierto destino.
La
Pancha está frente a Bota Burro, apenas divididos por la Av. Falcón. Sobre
estos terrenos inundables se construyeron sin mucha (o ninguna) planificación
los barrios La Pancha, La Charneca, Barrio Unión y el sector aledaño a la Av.
Falcón. Este espacio se nutrió poblacionalmente hablando en la década de los
60, a raíz del boom industrial surgieron barrios improvisados y de una
configuración anárquica, ranchos de tablas y cartón que hoy en día se han
renovado hasta convertirse en lujosas casas y modestas quintas en calles
pavimentadas impregnadas de la vitalidad bulliciosa de los infantes.
Sus
rincones y caminos, sus calles estrechas nos susurran simpáticas anécdotas y
graciosas menudencias, algunas de las cuales seguidamente vamos a relatar.
Esta
zona era el escenario de las actuaciones de Chiripa, gran amigo de lo ajeno y
hábil para penetrar a la residencia de sus víctimas para sustraerles modestos
artefactos domésticos como radios, planchas, ventiladores, algo de dinero,
joyas etc. (para entonces no había muchos televisores, ni existían los
sofisticados equipos de sonidos ni los VHS). Chiripa era el azote del Barrio Unión.
Cierta noche se organizaron varios vecinos para atrapar al ladrón. Se reunieron
para preparar la estrategia de la captura Fay Calembé, el difunto Luis Acosta,
José Partida, Gregorio Quevedo, Lino Arévalo y mi difunto padre. Ellos suponían
que Chiripa llegaría en la madrugada por lo que cada uno se ubicó en un sitio
estratégico acompañado de una botella de popular para "aguantar el frío y
mantener la vigilia " y efectivamente Chiripa pasó a las tres de la
madrugada, los consiguió dormidos de la pea, robó en el barrio y de paso les
llevó las carteras en medio de los ronquidos de los durmientes.
Chiripa
era un ladrón sano. A nadie agredía, su defensa era sus ágiles piernas para
desaparecer en la noche ayudado siempre por vestimenta negra. Algunos dicen que
murió en el servicio militar.
En las
cercanías del puente sobre el canal que descarga en el río Morón, frente a la
avenida Falcón, se encontraba un inmueble que fue habitado por la familia
Bracho (en la actual Moronera), luego funcionó allí una funeraria regentada por
el popular Venegas, hombre de aspecto muy sobrio. Venegas acostumbraba dormir
dentro de los ataúdes, muchos clientes o visitantes ocasionales pegaron la
carrera bien lejos cuando entraban a la funeraria en hora de la mañana y al
tocar la puerta Venegas se levantaba con cara de enratonado espantando en el
acto a los desprevenidos visitantes. Venegas tuvo ciertos inconvenientes con
algunos pobladores porque si alguien se desmayara o tuviera un ataque de
epilepsia, inmediatamente Venegas sacaba su metro que llevaba en la cintura y
le tomaba la medida para proveerle el ataúd. Más de uno se levantó y le dio una
trompada. Hoy nadie sabe de él, algunos dicen que falleció, otros dicen que
está en la cárcel.
En este
mismo lugar funcionó una pescadería. Era propiedad de uno de los hermanos
Moreno. Allí trabajaron como empleados Norman Colmenares y Alberto Moreno.
Ambos eran registrados por las tardes antes de salir del local por el
propietario del negocio, para evitar el acostumbrado piquete.
Norman decidió
burlar la estricta vigilancia del dueño, entonces mandaba a su mujer a comprar
pescado por las tardes y, dentro del pescado, en el lugar de las tripas, metía
billetes de 500 bolívares. Pero Alberto un día lo descubre y le propone un
acuerdo. Los billetes siguieron saliendo en los vientres de los pescados que el
dueño obsequiaba para la cena a los abnegados trabajadores, más adelante, al
cruzar la esquina Norman y Alberto partían la cochina. Una vez Norman y Alberto
fueron enviados por el dueño de la pescadería a Punto Fijo a comprar 100 kilos
de pargos. Llegados al sitio de la compra, Alberto se para al frente de los
cajones repletos de diversos tipos de pescado, y pide el más rojizo porque ese
era el propio pargo, el vendedor insiste y le dice que el propio pargo es el de
color más claro, Alberto le responde en forma airada. "¡Usted, no va a
saber más de pescado que yo!". El vendedor le dice: "Bueno, si usted
lo dice"; Alberto y Norman llegaron a Morón con 100 kilos de Catalana (pescado
rojizo pero de muy baja calidad). Al poco tiempo quebró la pescadería gracias
al erudito en pescados Alberto Moreno y a las andanzas de Norman Colmenares.
Fuente: Libro Crónicas desde Morón, escrito por el Profesor Alexis Coello.