En los alrededores del mercado municipal y la Plaza
Concordia, durante muchos años trabajó vendiendo billetes de lotería, un
sexagenario cuya voz ronca motivó que los jóvenes de entonces le bautizaran con
el sobrenombre de "Cohetón".
Al principio sonreía complacido a los niños, cuando éstos
simulaban el vuelo del artefacto explosivo y luego su ruidosa detonación. Los
muchachos una vez que cumplían su misión de molestar al viejo billetero
emprendían la fuga rumbo a susescuelas u hogares.
El sonido característico del cohete en su ascenso
vertiginoso, lo imitaban con un silbido largo y profundo que finalizaba con el
estallido. Las chanzas se prolongaron haciéndose cada día más pesadas para la
víctima, hasta el punto de perder el sexagenario su identidad personal, ya que
todos lo conocían como "cohetón".
Un joven estudiante valenciano paseaba con un amigo por la
calle Bolívar y al llegar a la plazoleta del mercado encontraron al célebre
vendedor de billetes. El acompañante porteño le sugirió al valenciano que
hiciera una imitación del vuelo de un cohetón y cuando éste comenzó su largo
silbido, sintió en la espalda la fría mano del anciano, quien con su ronca voz
le gritó:
—Revienta, muérgano, revienta, para reventarte el alma..!
El muchacho alarmado, considerando que era víctima de un
loco, comenzó a gritar pdiendo auxilio, mientras el viejo "cohetón"
le gritaba:
—Muchacho pendejo. . .! no te asustes que ya se me acabó la
pólvora. . .
