lunes, 30 de noviembre de 2015

38- Personajes populares El loco Eloy



Lo conocimos cuando transitaba por las concurridas calles de la ciudad, acompañado de una grata sonrisa y su típico saludo a los numerosos transeúntes que encontraba en su camino. Tenía una memoria privilegiada para identificar a las personas por sus nombres y apellidos. Su presencia infundía simpatía y todos sus saludos los correspondían con amabilidad sin lesionar la personalidad de aquel hombre inofensivo.
Nuestro famoso personajefrecuentemente expresaba su fe bolivariana, llegando al colmo de escoger la quietud de la media noche para invocar a viva voz el espíritu delLibertador:
Bolívar. . . donde estás. . . ? y esto lo repetía con vehemencia.
La oportunidad se presentó una noche, cuando las estrellas se escondieron en las nubes y la luna silenció su luz para cubrir la zona de tinieblas. Un vecino del Club Los Rivales, fastidiado de las periódicas incursiones del orate para invocar aBolívar, cuando éste comenzó su oración con la mirada perdida en el firmamento y los brazos en alto:
Bolívar. . . ¿Dónde estás. . . ? sorpresivamente salió tapado con una blanca sábana, contestán¬dole con la voz ronca como salida de profunda caverna: Eloy..! aquí estoy... ¿qué quieres..?
Y eso bastó para silenciar definitivamente al trasnochador bolivariano, quien emprendió veloz carrera hacia San Millán, dejando atrás los motivos para esta narración. Eloy tal vez había escuchado los temerosos susurrqs de grupos desafectos a la dictadura perezjimenista, que en horas de la tarde se reunían en laPlaza Concordia. Tomando para sí, a quellas protestas silenciosas, se paró encima de un banco del pequeño parque y con toda la fuerza de sus pulmones gritó la peligrosa consigna de la época:
Abajo Pérez Jiménez. . . Carajo. .!

Días después, el cadáver de aquel infeliz loquito permanecía en la Morgue delHospital Municipal, víctima de la golpiza que le propinaron los esbirros del régimen. En una fosa cualquiera del viejo Cementerio de Campo Alegre inhumaron sus restos; en el lugar desapareció todo vestigio de su presencia física y ni siquiera un ladrillo quedó para identificar su tumba.