El trío de amigos borburateños integrados por José Silvio
Linares, cariñosamente conocido como el "Chivo Linares", José
Clemente Quintero (a) "Caracol" y otra cuya identidad se recuerda
solamente como el "Anima Sola", un sábado en la mañana se encontraron
en el popular botiquín del cumanés, donde decidieron comenzar la farra
consumiendo guarapita preparada en totuma con aguardiente Cachiri, papelón y
limón con su toque magistral de bicarbonato.
Al segundo totumazo le dijeron al cumanés:
—Vale. . .! anota eso por ahí, nos vamos a refrescar al río,
así es que prepara otro golpe para el regreso. Los compadres emprendieron la
marcha cantando canciones popularizadas por el mexicano Tito Guizar. Comenzaba
el año 1942, época de rancheras, gritos de machotes, pistolas al cinto con sus
imágenes sembradas por el mensaje de "Allá en el Rancho Grande".
Rumbo al camino de San Jean, el Chivo Linares sugirió a sus amigos la
conveniencia de elaborar un sancocho a la orilla del río. Contaban solamente
con veinte bolívares para adquirir dos botellas de ron, ñame, ocumo y plátano
de las vegas vecinas, faltando el ingrediente principal:
la carne, ya que sal, ollas platos y cucharas las
proporcionaría el "Caracol" de la vieja cocina familiar.
El condumio se alejaba con la esperanza perdida en los
bolsillos vacíos. Capturarían camarones encuevados en las pie¬dras o tal vez
cazarían tortolitas desprevenidas. La marcha se hacía fatigosa, cuando al grito
salvador de Linares los ánimos retornaron con más bríos:
—Las gallinas de don Juan. . .! A la carga compañeros... y
tres pica tierra con el pescuezo torcido cayeron en la olla hirviente
aromatizada con chorros de ron vertidos para festejar el triunfo. Cada uno
consumió su ración, repitiendo con golosa impaciencia las presas gordas de las
aves. En el medio rural venezolano se asegura, que el mejor sancocho de gallina
es el elaborado con pica tierra robadas; tiene mejor gusto y es más nutritivo.
Juan Martínez en cuenta del robo de sus animales, denunció
el caso ante el Jefe Civil de Borburata, señalando a los presuntos culpables,
alegando que muy cerca del lugar donde permanecieron éstos, había encontrado
plumas y desperdicios ,enterrados. Linares ante cualquier futura eventualidad,
adiestró a sus amigos, acordando testificar que el tipo de sancocho preparado
fue a base de chivo fresco. Los sospechosos, citados por separado a la Jefatura
Civil, declarando cada uno conforme a lo convenido previamente, ante la mirada
sorprendida del viejo Martínez, quien arqueando las cejas se paró del taburete
donde estuvo sentado todo el tiempo, miró fijamente a los tres acusados y antes
de abando¬nar la sala les gritó:
Sinvergüenzas...! ¿Quién ha visto chivo con plumas . . . ?
Yo te aviso...
El Jefe Civil Pablo Sandoval satisfecho con las
declaraciones de los indiciados, admitió su absoluta inocencia, y para celebrar
el acontecimiento, el grupo se dirigió al cercano bar del cumanés donde les
esperaba una helada totuma de guara-pita especialmente preparada para espantar
ratones.

