En los primeros días de noviembre de 1883, a escasos meses
de haberse cumplido el Primer Centenario del nacimiento del Libertador, arribó
a Puerto Cabello la corbeta alemana "Olga" en la cual viajaba el
Príncipe Heinrich Von Preussen, con el rango de Alférez de Navio y Embajador de
Buena Voluntad ante los países de área de las Indias Occidentales.
El Ilustre personaje nacido el año 1862 era nieto del
entonces Soberano del Imperio Prusiano y hermano del que más tarde sería el
último Emperador de Alemania, el Kaiser Guillermo II. La ciudad se vistió de
fiesta para recibir a los visitantes, observándose en las fachadas de
residentes alemanes, las banderas de su país de origen y la venezolana
saludando con la brisa marina a los alegres tripulantes de la Corbeta Imperial.
En los alrededores del Mercado Municipal se confundieron los
catires teutones de mejillas rosadas vistiendo cuidados uniformes blancos, con
negros apretados de color tropical luciendo alpargatas de capelladas color de
guacamaya. Los mangos, lechozas, pinas, melones y verdes aguacates, así como
los apetitosos cambures cuyacos, manzanos y titiaros, desafiaron la gula de
aquellos marinos que esta vez visitaban a Puetro Cabello en misión de paz y
buena voluntad.
Es posible que estos jóvenes prusianos recogieran en esos
momentos la misma estampa que asombró a su compatriota Carlos Fernando Appun,
cuando el año 1850 visitó este típico mercado popular: "negras
extrañamente vestidas, anudado a la cabeza un turbante para protegerse contra
el calor bochornoso, armadas algunas con grandes paraguas, sentadas ante sus
objetivos de venta: frutas tropicales que ofrecen al paseante en su
galimatía".
La Colonia Alemana residenciada en Puerto Cabello para
agasajar a su Alteza Real, programó el 10 del mismo mes un Baile de Gala en los
salones del Club "Gul-Heill" ubicado en la calle Comercio, al lado de
la Plaza Salom.
Este acontecimiento social contó con la presencia de
distinguidas personalidades de Puerto Cabello y Valencia, entre ellas el
General José Félix Mora, Jefe Civil del Distrito. La narración muy amena de
este histórico acto, la encontramos en el valioso trabajo publicado por el
doctor Enrique Aristiguieta Gramko, bajo el título de "Historia de Tres
Navios".
Los importantes datos aportados por el Dr. Aristiguieta en
su obra citada, se refieren en su mayor parte a la presencia en este puerto de
la nave de guerra alemana, condensando el apretado programa de agasajos
ofrecido al Ilustrepersonaje, sin mencionar las incidencias que giraron aquella
noche a través del acto social bailable.
El mismo autor de "Historias de Tres Navios", en
nuevas investigaciones realizadas personalmente, encontró en una vieja chivera
de la ciudad capital de la República Federal Alemana, un libro de fines de siglo
pasado, en el cual se narra el viaje del Príncipe Prusiano y el problema
surgido entre el llamado "pueblo soberano" y los organizadores del
homenaje que se brindó en Puerto Cabello, cuya reseña por lo anecdótico e
histórico copiamos a continuación:
"Después de una segunda visita a la Isla de Trinidad,
la corbeta "OLGA" navegó a lo largo de las costas de Venezuela y
esta vez ancló frente a Puerto Cabello. Este es un puerto situado al oeste de
La Guaira, que domina el tráfico con ultramar, y donde muchos alemanes que
manejan el comercio al por mayor, han encontrado su segunda patria. Durante su
estadía de siete días, el Príncipe HEINRICH hizo algunas excursiones al
interior del país, y tomó parte en muchas fiestas de la colonia alemana, que se
había preparado para recibirlo. Entre otras fiestas, cabe destacar el gran
baile celebrado en los locales del Club Atlético Alemán; a tal efecto, los
lo¬cales fueron decorados de una manera rica y con los colores nacionales
alemanes. Además, dichos locales fueron decorados también conflores y el buffet
estaba colmado de delicias tropicales. Este baile causó una rara dificultad,
que provocó el desconcierto tanto de los visitantes como de los anfitriones.
Según vieja costumbre local, durante las fiestas de este tipo, las ventanas se
dejan abiertas para que el público tenga la oportunidad de saciar sus grandes
deseos de ver. Esto se llama "tener acceso a la barra", porque bajo
ese nombre se entienden las rejas de hierro con las cuales están protegidas las
ventanas de la planta baja, contra visitantes indeseables. Cuando el Príncipe
HEINRICH entró en la sala de fiestas, se pasó por alto esa costumbre y fueron
cerradas las puertas y ventanas para que los huéspedes de alto rango no fuesen
molestados con el excesivo interés de todos.
Apenas comenzó el primer baile, empezó a caer un diluvio de
piedras sobre el techo del edificio de un piso. Por supuesto, la sorpresa fue
grande; los invitados 'de la "Olga" miraban a su alrededor y los
jóvenes oficiales sacaron sus armas, dispuestos a disparar y vender lo más caro
la vida del Príncipe.
Tampoco los guardias sabían de qué se trataba, hasta que se
dieron cuenta, de que el pueblo soberano estaba expresando su desacuerdo por
haberse cerrado las ventanas. El Príncipe fue inmediatamente informado de la
causa del disgusto delpueblo, que era porque se había eliminado una vieja
costumbre popular, en vista de lo cual en seguida se dio la orden de abrir las
puertas y ventanas de nuevo. Una vez hecho esto, "el pueblo
soberano", como les gusta a los venezolanos llamarse, festejaron con
gritos esta decisión".
La versión del citado suceso aparece en el libro "Die
Westindienfahrt Prins Heinrich" del escritor alemán E. Von der Boeck,
tercera edición. Otto Drewitz, Verlag Von Volke und Jugend Schriften, Leipzig
1884. La traducción del título en español es la siguiente: "El Viaje a las
Indias Occidentales del Príncipe Enrique".
