El General Vicencio Pérez Soto, antes de escalar las altas
posiciones que logró durante la dictadura gomecista, ejerció el cargo de
Gobernador dePuerto Cabello, así se conocía lo que es hoy la Prefectura del
Distrito. Para su residencia oficial el mandatario adquirió una lujosa mansión
en la vecina población de San Esteban, la cual bautizó con el nombre de
"Villa Vicencio".
El entonces Gobernador era de los pocos generales gomecistas
de sólida cultura, lamentablemente olvidada en su metamorfosis de gendarme
autoritario y prepotente. Al lado de la residencia de Pérez Soto en San Esteban
vivía el señor Lottar Frey con su familia y varios perros que cuidaban con mística
devoción, desconociendo que a su vecino estos animales le descontrolaban el
sistema nervioso.
Los inofensivos canes de Lottar, cuando observaban la
presencia de personas ajenas a su domicilio, transitando por la vereda,
ladraban hasta que el motivo de preocupación desaparecía del lugar. Esta
situación no era del agrado delGobernador de Puerto Cabello y varias veces
había solicitado, que esos perros fueran encerrados en lugares alejados del
jardín de su residencia. La familia Frey, de origen alemán, respetuosa de las
leyes y temerosas de contrariar al Primer Mandatario de la región, durante el
día mantenía a los animales encadenados bajo la fresca sombra de un frondoso
apamate.
En cierta oportunidad el General Pérez Soto llegó a su
domicilio más tarde de lo normal, cuando los perros disfrutaban libertad en el
amplio patio, muy cerca de la vereda de necesario tránsito para el alevoso
personaje; éste, al escuchar el ladrido de los animales, desenfundó su revólver
y de dos certeros dis¬paros los eliminó frente al jardín de sus atemorizados
vecinos.
La señora Frey trató de auxiliar a sus perros, uno de los
cuales se debatía entre la vida y la muerte, cuando escuchó la voz autoritaria
de Pérez Soto que le decía:
Señora. . .! recoja sus animales y dígale a su marido que
salga para darle el mismo tratamiento.
Encolerizado entró el general gomecista a su casa y no salió
sino al día siguiente sin saludar a los vecinos como era su costumbre. Meses
después de este enojoso incidente, Pérez Soto encargó a Berlín un par de hermosos
perros que generosamente, disculpando su violenta acción entregó a don Lottar
Frey.
Durante las primeras décadas del presente siglo surgieron
hombres, que habiendo poseído alto grado de cultura, el Poder los transformó en
seres sin sensibilidad humana y sus actuaciones tanto personales como
políticas, la historiacontemporánea las registra llenas de injustas
arbitrariedades.
