Al General Rafael María Llamozas Briceño, un buen día le
conocimos en su honorable hogar situado en la calle del Mercado de esta ciudad,
muy cerca de la Plazoleta Bruzual y de la casa donde me ajojaba en compañía de un
pariente generoso que me brindó asilo para poder cursar la primaria en el
recor¬dado Colegio de San José de la Salle.
Nuestra admiración por el viejo caudillo no tuvo límites, ya
que el sincero respeto que le profesábamos muchos jóvenes de entonces, se debía
indudablemente a la vertical conducta de aquel hombre cuya palabra franca
siempre fue testimonio para ratificar su inquebrantable actitud ante la vida.
Muchas anécdotas y leyendas tejieron sus amigos y
adversarios sobre la agitada vida de este servidor público que al llegar a
Puerto Cabello construyó el local conocido como "Cine General Salom",
dedicándose a la explotación de este popular negocio donde sólo cobraban medio
real en galería, real y medio en preferencia y un bolívar balcón.
Caminaba el general Llamozas por la Avenida Bolívar en horas
avanzadas de la tarde y al cruzar la esquina de la calle Independencia observó
la presencia de un sujeto regordete con pronunciada calvicie, de gran parecido
físico con un funciona rio del Concejo Municipal muy poco grato por sus
actividades comerciales: remates, juegos ilícitos y otros de dudosas
manipulaciones.
El viejo político al tratar de evadir al ocasional peatón
que confundió con el deshonesto funcionario, se dio cuenta que se trataba de su
íntimo amigo don Luis Salóm, persona honorable, de intachable conducta y
grandes méritos ciudadanos. La reacción del general Llamozas fue rápida y
nerviosa. Agarró a Salóm por el brazo derecho, le pidió excusas por haberle
faltado el respeto al confundirlo mentalmente con un vagabundo y ladrón apoyado
por el Concejo Municipal, luego continuó tranquilamente su camino.
El General Llamozas, antes de residenciarse en Puerto
Cabello, Cipriano Castro lo designó Presidente del Estado Aragua, cuya capital
era La Victoria: En el ejercicio de este importante cargo lo visitó un Edecán
del Presidente de la República para anunciarle la visita oficial del Primer
Magistrado. El meloso funcionario de múltiples actividades en su oficio
palaciego, informó al General Llamozas que Castro necesitaba habitación
especial para sentirse cómodo en la grata compañía de una dama de cascos livianos.
Ignoraba el portador del insolente mensaje, que la
habitación a que hacía referencia correspondía casualmente al respetado hogar
del Mandatario Regional. Desconocía la integridad moral de la persona a quien
comunicaba la insólita orden. Por eso, la sorpresiva respuesta de Llamozas hizo
que saliera como estampida de aquel lugar, para comunicar a su jefe los
resultados de la misión.
Dígale al General Castro, que en mi hogar él y doña Zoila
serán huéspedes de honor, pero usted, impertinente vagabundo, transmítale
igualmente, que con el tipo de compañía que anuncia puede hacerlo en la casa de
la autora de sus días La valiente y moralizadora actitud de este Ilustre
ciudadano, le costaron su destitución como Presidente del Estado Aragua, el
retiro de la confianza política del "Mono de Capacho" y una serie de
inconvenientes de orden personal que motivaron su precipitada salida de la
Victoria para residenciarse en Puerto Cabello, donde hasta la hora de su muerte
recibió los mejores testimonios de amistad y afecto.

