lunes, 30 de noviembre de 2015

24- El viejo caudillo



Al General Rafael María Llamozas Briceño, un buen día le conocimos en su honorable hogar situado en la calle del Mercado de esta ciudad, muy cerca de la Plazoleta Bruzual y de la casa donde me ajojaba en compañía de un pariente generoso que me brindó asilo para poder cursar la primaria en el recor¬dado Colegio de San José de la Salle.

Nuestra admiración por el viejo caudillo no tuvo límites, ya que el sincero respeto que le profesábamos muchos jóvenes de entonces, se debía indudablemente a la vertical conducta de aquel hombre cuya palabra franca siempre fue testimonio para ratificar su inquebrantable actitud ante la vida.

Muchas anécdotas y leyendas tejieron sus amigos y adversarios sobre la agitada vida de este servidor público que al llegar a Puerto Cabello construyó el local conocido como "Cine General Salom", dedicándose a la explotación de este popular negocio donde sólo cobraban medio real en galería, real y medio en preferencia y un bolívar balcón.

Caminaba el general Llamozas por la Avenida Bolívar en horas avanzadas de la tarde y al cruzar la esquina de la calle Independencia observó la presencia de un sujeto regordete con pronunciada calvicie, de gran parecido físico con un funciona rio del Concejo Municipal muy poco grato por sus actividades comerciales: remates, juegos ilícitos y otros de dudosas manipulaciones.

El viejo político al tratar de evadir al ocasional peatón que confundió con el deshonesto funcionario, se dio cuenta que se trataba de su íntimo amigo don Luis Salóm, persona honorable, de intachable conducta y grandes méritos ciudadanos. La reacción del general Llamozas fue rápida y nerviosa. Agarró a Salóm por el brazo derecho, le pidió excusas por haberle faltado el respeto al confundirlo mentalmente con un vagabundo y ladrón apoyado por el Concejo Municipal, luego continuó tranquilamente su camino.

El General Llamozas, antes de residenciarse en Puerto Cabello, Cipriano Castro lo designó Presidente del Estado Aragua, cuya capital era La Victoria: En el ejercicio de este importante cargo lo visitó un Edecán del Presidente de la República para anunciarle la visita oficial del Primer Magistrado. El meloso funcionario de múltiples actividades en su oficio palaciego, informó al General Llamozas que Castro necesitaba habitación especial para sentirse cómodo en la grata compañía de una dama de cascos livianos.

Ignoraba el portador del insolente mensaje, que la habitación a que hacía referencia correspondía casualmente al respetado hogar del Mandatario Regional. Desconocía la integridad moral de la persona a quien comunicaba la insólita orden. Por eso, la sorpresiva respuesta de Llamozas hizo que saliera como estampida de aquel lugar, para comunicar a su jefe los resultados de la misión.

Dígale al General Castro, que en mi hogar él y doña Zoila serán huéspedes de honor, pero usted, impertinente vagabundo, transmítale igualmente, que con el tipo de compañía que anuncia puede hacerlo en la casa de la autora de sus días La valiente y moralizadora actitud de este Ilustre ciudadano, le costaron su destitución como Presidente del Estado Aragua, el retiro de la confianza política del "Mono de Capacho" y una serie de inconvenientes de orden personal que motivaron su precipitada salida de la Victoria para residenciarse en Puerto Cabello, donde hasta la hora de su muerte recibió los mejores testimonios de amistad y afecto.