En el año 1923, siendo Presidente de la Municipalidad el
doctor Carlos B, Mas, se aprobó en Cámara una Resolución tendiente a lograr
fondos que permitieran a las escuálidas rentas del municipio, cumplir algunas
obligaciones administrativas prioritarias.
Una de las bases fundamentales argumentadas por los ediles,
era el hecho irregular observado tanto en el Cuartel de Policía como en la
Cárcel de la Corrección, sitios destinados a depósitos de presos con penas
transitorias entre 24 y 72 horas, así como otros que permanecían durante mayor
tiempo por orden superior de algún jefe venal. Los detenidos por delitos
menores, sospechosos o con causas comprobadas, causaban no solo
congestionamiento en los referidos establecimientos, sino problemas sanitarios
y alimentarios que debían resolver las autoridades municipales.
La situación se agrava gradualmente, por el alto índice de
desempleo, la inmigración anárquica llegada a la ciudad de Estados vecinos y la
proliferación de vagos, beodos, pendencieros y otros núcleos humanos
desadaptados por la crisis económica imperante.
El acuerdo con el voto unánime de los cinco concejales que
integraban la Cámara Municipal, se refería a la necesidad de crear el impuesto
de "Excarcelación", con el fin de equilibrar las rentas y lograr
"el más alto nivel de moralidad en el Distrito". No hubo
discriminación en la señalada disposición, por cuanto toda persona arrestada
que ingresara tanto al Cuartel de Policía, como a la "Casa de la
Corrección", al cumplir la pena impuesta debía cancelar previamente, para
lograr su libertad, la cantidad de diez bolívares, consignados en la Ad¬ministración
de Rentas. Este impuesto de excarcelación se aplicó con rigidez a culpables e
inocentes, sin determinar el tiempo de reclusión.
Además de las sanciones acordadas por el Municipio, se unían
las impuestas por el célebre Coronel Retama, que consistían en el trabajo
obligatorio de todos los detenidos por alterar la tranquilidad de la
ciudadanía. Sobre estos casos, se conocieron relatos llenos de picante
humorismo y uno de ellos se refiere al "Cabo de Presos", quien al
recibir la Boleta de Ex¬carcelación de algún detenido, le gritaba desde la
reja:
—Fulano. . .! con su corotos a la puerta, pero recuerda:
"Preso que brinca el tranquero, diez bolos para el sombrero".

