lunes, 30 de noviembre de 2015

27- Diez bolívares al brincar el tranquero



En el año 1923, siendo Presidente de la Municipalidad el doctor Carlos B, Mas, se aprobó en Cámara una Resolución tendiente a lograr fondos que permitieran a las escuálidas rentas del municipio, cumplir algunas obligaciones administrativas prioritarias.

Una de las bases fundamentales argumentadas por los ediles, era el hecho irregular observado tanto en el Cuartel de Policía como en la Cárcel de la Corrección, sitios destinados a depósitos de presos con penas transitorias entre 24 y 72 horas, así como otros que permanecían durante mayor tiempo por orden superior de algún jefe venal. Los detenidos por delitos menores, sospechosos o con causas comprobadas, causaban no solo congestionamiento en los referidos establecimientos, sino problemas sanitarios y alimentarios que debían resolver las autoridades municipales.

La situación se agrava gradualmente, por el alto índice de desempleo, la inmigración anárquica llegada a la ciudad de Estados vecinos y la proliferación de vagos, beodos, pendencieros y otros núcleos humanos desadaptados por la crisis económica imperante.

El acuerdo con el voto unánime de los cinco concejales que integraban la Cámara Municipal, se refería a la necesidad de crear el impuesto de "Excarcelación", con el fin de equilibrar las rentas y lograr "el más alto nivel de moralidad en el Distrito". No hubo discriminación en la señalada disposición, por cuanto toda persona arrestada que ingresara tanto al Cuartel de Policía, como a la "Casa de la Corrección", al cumplir la pena impuesta debía cancelar previamente, para lograr su libertad, la cantidad de diez bolívares, consignados en la Ad¬ministración de Rentas. Este impuesto de excarcelación se aplicó con rigidez a culpables e inocentes, sin determinar el tiempo de reclusión.

Además de las sanciones acordadas por el Municipio, se unían las impuestas por el célebre Coronel Retama, que consistían en el trabajo obligatorio de todos los detenidos por alterar la tranquilidad de la ciudadanía. Sobre estos casos, se conocieron relatos llenos de picante humorismo y uno de ellos se refiere al "Cabo de Presos", quien al recibir la Boleta de Ex¬carcelación de algún detenido, le gritaba desde la reja:

—Fulano. . .! con su corotos a la puerta, pero recuerda: "Preso que brinca el tranquero, diez bolos para el sombrero".