Los que tuvieron la responsabilidad de regentar expendios de
medicinas enPuerto Cabello, hasta la promulgación de la ley que reglamentaba
estas actividades, podían considerarse como los mejores auxiliares del gremio
médico, en una Venezuela mediatizada por el régimen de terror y atraso que
encadenó durante medio siglo toda posibilidad de superar conocimientos
científicos.
En cada población venezolana, existía una monolítica
trilogía compuesta por el CuraPárroco, el Jefe Civil y el bo¬ticario, en cuyas
manos se encontraba el destino de cada vecino. Estos personajesrepresentaban la
enciclopedia de la comunidad, donde se registraban las actuaciones diarias de
cada uno: el que se confesaba, delinquía o enfermaba. Se la sabían todas y no
era raro observarlos de vez en cuando intercambiando confidencias.
Recorriendo los caminos del recuerdo para hacer realidad
estas crónicas, nos encontramos con Carlos Meir, H. Suels, J. J. Mata, Pedro D.
Martínez, J. J. Olivos, M. Agreda, Federico Escarrá, John Pannefleck y Torres
Páez, regentes de las acreditadas Boticas: "Alemana",
"Nacional", "Principal", "Mercado",
"Oriental", "Botica del Carmen", "Farmacia
Romero", "Botica Nueva" y "La Central", algunos con
títulos universitarios y otros con avales otorgados por su experiencia
profesional logradas en muchos años de constancia y abnegación, descifrando
recipes de viejos galenos y preparando fór¬mulas que hoy han pasado a la
categoría de "Museo de la Farmacología", ya que los patentados
enterraron a este anti¬guo sistema de obligatorio aprendizaje para ejercer la
medicina y la farmacia.
Revisando periódicos de los años 1910 a 1920, sobre todo
"El Estandarte" y el "Boletín de Noticias", encontramos
interesantes avisos comerciales anunciando las excelencias terapéuticas de
varios fármacos preparados por nuestros recordados boticarios
. Don Carlos Meir ofrecía productos patentados para curar
con facilidad los catarros crónicos, bronquitis, asma y demás afecciones del pecho,
señalando el valor de tres reales cada frasco. En un anuncio en letras grandes,
advertía con orgullo, que más de quince mil personas se habían curado con esta
panacea. Las Gotas Tocológicas aprobadas por la Junta de examen y clasificación
de Medicinas Secretas, era otro producto elaborado por Don Carlos con grandes
éxitos en "curas radicales de enfermedades de la mujer, provenientes de
los desarreglos". Vino de Glikolina, vermífugos, pildoras contra el
paludismo y numerosos medicamentos surgieron del laboratorio de la Botica
Alemana a precios que oscilaban entre un real a cuatro reales y medio.
Federico Escarrá en cuyo anuncio se observa como egresado de
la UniversidadCentral, ofrece un Elixir Vegetal para regularizar el flujo
menstrual, calmar los cólicos que acompañan a las mujeres que tienen reglas
irregulares y débiles, usándose además como preciso agente para la esterilidad
ori¬ginada por las alteraciones de las funciones más importantes de la mujer.
El frasco costaba cuatro reales. Pedro D. Martínez en su Botica Principal
preparaba numerosos medicamentos contra el paludismo, enfermedades venéreas,
sífilis, etc., entre ellos uno aplicado en inyecciones y ungüentos, patentado
como "Depro". En general, la mayoría de los boticarios eran el "paño
de lágrimas", de las familias pobres, en eso de recetar a los enfermos y
orientarlos hasta donde sus conocimientos le permitían. La verdad es que
prestaron a la salud pública grandes servicios en forma desinteresada.
