martes, 1 de diciembre de 2015

Crónica de Boca de Yaracuy

El pueblo de Boca de Yaracuy está situado en el ángulo noroeste del estado Carabobo, su río sirve de línea divisoria entre los estados Falcón Yaracuy y el mismo Carabobo, es zona contigua de la costa oriental falconiana. El río Yaracuy ha sido en el tiempo y lo es en la actualidad, la savia y la sangre del poblado. Este río nace en las serranías de Aroa, al norte de las montañas María Lionza, tiene un gran recorrido y en su cuenca tributaria es de 2.220 km2. Pedro José De Olavarriaga en su instrucción General y Particular de la Provincia de Venezuela en los años de 1720 y 1721 señala, "el río Yaracuy empieza de un cerro llamado Sernuraco. el cual está de 30 leguas distante de su boca pasando por entre las jurisdicciones de Nirgua y Barquisimeto... Este río se debe considerar como muy importante a los intereses de su Majestad pues el provecho que se puede sacar de él, es bastante para asistir la defensa de su costa".

A través del río Yaracuy se realizaba, a mediados del siglo pasado, un intenso tráfico comercial entre Puerto Cabello y los pueblos interioranos de la región centro occidental. Las mercancías eran despachadas en cuatro días desde el Puerto hasta El Chino, pequeño embarcadero fluvial en las inmediaciones de San Felipe, según nos refiere el notable científico italiano Agustín Codazzi. De El Chino en adelante las mercancías eran transportada en carretas y bestias de carga, para lo cual se habían construido almacenes y edificios en los caseríos de La Hoya y El Chino que conformaron junto con la vivienda de los mineros, leñadores y encargados del trasporte de la madera una infraestructura comercial de cierta importancia.

El alemán Karl Ferdmad Appun hace mención en su obra "En los Trópicos" sobre el ecosistema del río Yaracuy. "Sus selvas de galería en sus riberas, su flora y principalmente su variada fauna destacándose el Caimán déla Costa, el Mato Real, Chigüire, Venados, Araguatos, el Mono "Araña", aves de rapiña, el Garzón Soldado, las Comearas, garzas blancas entre otras".

Andresote fue un zambo nativo de Valencia que utilizó estos parajes exuberantes de río Yaracuy como escondrijo para burlarse por mucho tiempo de la Real Compañía Guipuzcoana, encargada del monopolio comercial de España con Venezuela. Sucedió entre 1732 y 1735.

Se hizo jefe desde la zona costera hasta los valles de Yaracuy para proteger el contrabando de los holandeses que operaban en la Isla d Curazao, con los hacendados de la región. Andresote no sólo tuvo el apoyo de los hacendados, sino que logró reunir un numeroso grupo de esclavos y negros libres que les permitió derrotar en varias oportunidades las tropas del gobernador d la provincia. En 1734 acabó con un ejército de 300 soldados que habían sido enviados por el gobierno y la Guipuzcoana para apresarlo. Al gobierno se le hacía difícil atrapar a Andresote porque éste tenía el apoyo de la mayoría de la población que le informaba de todos los movimientos de las tropas oficiales, así como también le suministraban las provisiones. Tuvo el gobierno que mandar una expedición de más de 1.500 hombres para disolver el ejército de Andresote, quien con la ayuda de los contrabandistas holandeses logró huir a Curazao, no así muchos de sus partidarios que fueron condenados a muerte.

Hoy en día el río Yaracuy no ha perdido toda su belleza a pesar de sus aguas ya no lucen cristalinas como antes, los desechos industriales de Morcapel y Venepal han enturbiado su cauce unido a las deforestaciones que han disminuido su caudal y lacerado su flora y su fauna. Todavía siguen las casas del pueblo vestidas con tablas de Guamo y su bucólica gente entregada a las labores del mar, de sus labios se escuchan leyendas y cantos que dejan asomar añoranzas por tiempos pasados. Las manos curtidas por manchas de coco, pero sus palabras son amables y sinceras, su trato sencillo y afable enaltece sus rasgos de humildad encerrados en su piel de cacao y pelo ensortijado. De ellos supe del gigantesco mero que habitaba en el río que cuando se movía producía estampida atemorizada de los demás animalitos fluviales hasta que un buen día llegó Ramón Saavedra, alias Antayo, y lo pescó.

Otra leyenda, la de El Carretón que pasaba a media noche por las calles del pueblo y que espantaba a los vecinos, desapareció cuando instalaron la luz eléctrica en el año de 1976.


Tampoco se supo más de un enorme animal que se encontraba en la boca del río que reventaba los cordeles: se enterraba en el fondo y no había fuerza humana capaz de moverlo.



Fuente: Libro Crónicas desde Morón, escrito por el Profesor Alexis Coello.



El Trapiche Viejo

En terrenos de colinas de suaves pendientes, hacia el noroeste del municipio, hubo una vez un pequeño trapiche destinado a producir melaza para alimentar el ganado y papelón para endulzar el café de los parroquianos y demás uso de confiterías. Sería en la década de los cincuenta su pleno funcionamiento y en los primeros años de los sesenta su muerte anunciada. Ahora no puedo precisar su vida útil. No es extraño que este trapiche fuera también propiedad de Galavís, aunque alguien me dijo que estuvo bajo la égida del doctor Carozzo o de la Petroquímica. Su producción debió ser limitada, circunscrita a un consumo moderado.

Cuando adolescentes, pudimos ver el viejo trapiche abandonado, aún funcionaba el sistema mecánico de la molienda y en cilindricos tanques subterráneos permanecía todavía la melaza olvidada cuyo penetrante aroma denotaba el florecimiento y la prosperidad de otros tiempos.

En un pequeño valle se hizo un campo para jugar al béisbol. Eran los tiempos de barrio Coro Viejo o Bota Burro. Se fueron excavando las paredes del cerro para ganar terreno plano, puesto que por el otro extremo una ciénaga casi permanente amenazaba con tomar el espacio conquistado. Los amigos de la cacería frecuentaban el lugar por la presencia de varias especies de animales silvestres. Joaquín Delfín mataba tigres con su machete y su perra cazadora y Juan Zavala los espantaba con su sombrero (¡Sooo, tigre!) cuando estaban a la orilla del camino.

En algún paraje escondido, Emiro Reyes y Rafael Velásquez echaron amarras a una rucia y la alimentaron cierto tiempo. No sabemos cuál era el motivo de esta actitud, quizás eran guiados por su amor conservacionista hacia los animales. ¿Usted cree? Otro que era un experto en amarrar con mecate a los cuadrúpedos fue Alexis Hernández.

Hablando beisbolísticamente, el campo se hizo a duras penas y con mucho sacrificio. Recordamos entre los jefes y entrenadores de esos años a Ángel Eugo y a Héctor Idehoven. El primero fue manager de un equipo trabuco llamado "Trapiche Star" -del cual fui short stop- que llevó el nombre de Morón lejos de sus fronteras.

El segundo lidió con muchos de nosotros para hacernos peloteros, siempre sentimos su mano amiga en todos los campos improvisados donde se jugaba entonces: La Pancha, la vega del río Morón cerca de La Charneca, en los terrenos cerca de la empresa de explosivos, y otros.

En el campo de El Trapiche se daban grandes caimaneras, pero también se trabajaba en el desmonte simultáneamente. Una vez, estando en ambas faenas, unos cortaban monte y otros jugábamos, se encontraba Félix Coyote en un bajo del campo cuando de pronto le cayó sobre el cuello una enorme culebra que se le enroscó en el mismo; este cristiano pegó una solemne carrera que nadie lo pudo alcanzar para quitarle el reptil del pescuezo: todavía lo andan buscando. El viejo campo de béisbol d El Trapiche hoy permanece cubierto por las aguas que un tubo roto, de esos que van hacia Pequiven, vertió por largo tiempo sin que nadie pudiera evitarlo. Hoy, en vez de oírse los gritos alegres de los peloteros se oye el croar de las ranas y el sigilo de la baba cuando acecha a su presa.

En la parte alta de El Trapiche se conformó un barrio de forma longitudinal que llega hasta el sector El Retruque, en las inmediaciones del barrio Valle Verde. Los pobladores son de escasos recursos. Poseen medianamente algunos servicios. Sin embargo, se ha observado crecer, en los últimos años, los índices de delincuencia y marginalidad.

"Udón Pérez"se llama su escuela, que se construyó sobre las viejas instalaciones de El Trapiche. Esta escuela fue creada agracias a las iniciativas del Club de Leones de Morón conjuntamente con el sindicato de Pequiven y la municipalidad de Puerto Cabello. En la actualidad es una escuela perteneciente al ayuntamiento morense y es dirigida por Irais de Pacheco. Se me dice que el nombre de "Udón Pérez" se le puso por la presencia de varios maracuchos en los organismos gestores que así quisieron honrar la memoria del ilustre poeta nacido en Maracaibo el 6 de marzo de 1871. Fue el poeta que le cantó a la tierra del sol amada, quien compuso la letra del himno del estado Zulia. Quedó huérfano a los diez años de edad y esto no fue obstáculo para que estudiara en la Universidad del Zulia medicina y ciencias políticas, aunque no se graduaría nunca "a pesar de haber podido hacerlo con honores, porque decía que había aprendido para ser docto y no doctor". Fue un poeta clásico y romántico. Udón Pérez murió repentinamente el 24 de julio de 1926.


Siempre vuelvo al trapiche cuando voy a darle zapato, en dominó, a Onésimo Riera.



Fuente: Libro Crónicas desde Morón, escrito por el Profesor Alexis Coello.



Sanchón

Se desconoce el origen de este nombre. Podría ser un derivado de Sancho, reyes de Castilla, Aragón, Navarra y León (provincias Ibéricas) entre los siglos X y XII, o de Sancho Panza, fiel escudero del Quijote. También pudiera ser ¿porqué no? una distorsión del vocablo ancho-anchón-sanchón o el nombre de algún santo. Lo cierto es que con este nombre se conoce el río que por muchos años dividió a las jurisdicciones de Valencia y Nirgua. No obstante, su nombre debe haber surgido en el siglo XII puesto que no aparece en el croquis levantado por Don Juan De Pimentel en el año 1578 (finales del siglo XVI). En este croquis se hace referencia a los ríos Aroa, Aracoy o Yaracuy, y al río Morón y no se incluye a Sanchón.

Al oeste del valle del río Aguas Calientes se encuentran las cumbres de Sanchón en la vertiente norte de la cordillera de la costa. Entre estas cumbres está la montaña "María Teresa" a una altura sobre el nivel del mar de 1769 metros. En estas alturas se mantiene un tupido follaje vegetal cubierto por minúsculas gotas de agua y bajo esta capa arbórea fluyen en manantiales y arroyos que drenan hacia la cuenca tributaria del río Sanchón, que tiene una extensión de 86 Km2.

El Mar Caribe es la cuenca receptora de las aguas del Sanchón. Pocos metros antes del contacto con el mar, el río forma vanos meandros, disminuye su velocidad, se estanca por la carencia de un pronunciado desnivel, con sus crecidas en la época de lluvias rompe con el banco de arena que se ha formado delante de él y desemboca en línea recta al mar.

Hemos dicho en líneas anteriores que en el plano hecho por Don Juan De Pimentel en 1578 no aparece Sanchón pero sí aparece el Puerto de Chávez, ubicado en las inmediaciones de Sanchón o viceversa. Puerto Chávez se localizó en la punta del mismo nombre y fungió como un sitio de embarque y desembarque. Su nombre se debe a que dicho puerto se encontraba situado en dentro de las posesiones del alcalde Benito Chávez. En su instrucción general y particular de 1720 y 1721, Pedro José De Olavarriaga nos habla de la punta y el puerto de Chávez. "La punta de Chávez es estrecha, se adelanta en mar 200 pasos geométricos a la banda del oeste de ellas es el puerto de este nombre... El puerto de Chávez es una playa formada por la punta de este nombre y la que sigue, la que sigue, los navios y balandras dan fondo a la misma punta pegados, y ningún interés les conduce en este puerto sino el trato, al medio de la playa sale un río llamado Sanchón que sale de la serranía, y separa la jurisdicción de Valencia con la de Nirgua...".

El valle de Sanchón también fue visitado por el Obispo Mariano Martí en su labor evangelizadora durante los años 1772 y 1773 dejando constancia de su misión humanitaria y civilizadora en el pequeño caserío que se dormía con el arrullo de las aguas que descendían del regazo de María Teresa. Sanchón fue un refugio de los negros cimarrones, fugitivos y bandoleros que buscaban, en las incultas montañas, escaparse del martirio y del ignominioso castigo que reservaban las leyes de los blancos para todo aquél que desobedeciera al régimen.

Don Ángel Altolaguirre en sus "Relaciones Geográficas" de 1768, nos habla sobre la existencia de un cumbe en las montañas de Sanchón, sin embargo, considera como no muy habitable este valle: "Este cumbe está entre la boca del rio Sanchón hasta tierra adentro. El valle está inhabitable por lo enfermizo y por ser sus aguas como pestíferas.

Este paso y boca del río Sanchón es como la llave del Puerto de Cabello, porque los que van a él de todas estas jurisdicciones y por la costa, han de pasar por allí precisamente, y los que vienen también de Aguas Calientes, han de hacer lo propio, por cuyo motivo han visto diferentes veces salir algunos ladrones al camino real".

El 23 de marzo de 1859, a las diez de la noche, llegaron el General Ezequiel Zamora y su ejército a las riberas del Sanchón, allí preparó sus tropas para dar la batalla de "El Palito" en contra de las milicias del gobierno. Veamos lo que nos dice Francisco González Guiñan en su Historia Contemporánea: "Allí dividió (Zamora) sus tropas en dos partes, despachando una de ellas, compuesta de los batallones Federación y Flanque4adores, por la vía de El Cambur a salir al camino carretero que de Valencia conduce a Puerto Cabello, con la expresa recomendación de observar la más completa cautela en la marcha y con la orden de romper los fuegos inmediatamente que llegaran a El Palito. La otra parte de las tropas federales marchó por la costa, llevando a su cabeza a los generales Zamora, González y Trias. Poco tiempo después de la partida de Zamora, el caserío de Sanchón fue arrasado por las llamas como castigo a su apoyo a la causa Federal. Esta vil acción fue encabezada por Silverio Escalona, comandante de las tropas del gobierno conservador".


Los terrenos de Sanchón fueron propiedad del General José Félix Mora, como consta en la documentación de la sucesión "Casa de Tejas". Hoy en día son propiedad de la refinería Corpoven que usufructúa el río para uso industrial.



Fuente: Libro Crónicas desde Morón, escrito por el Profesor Alexis Coello.



San Pablo de Urama

Por iniciativa del concejal de Urama Luis Blanco (Willin), secundado por el buen amigo Domingo Pinto, hemos emprendido un trabajo geohistórico sobre la localidad de San Pablo de Urama. Aunque todavía no está concluido, queremos adelantarles una semblanza de este bucólico pueblo. Está ubicado en la parte nor-occidental del municipio Juan José Mora. Limita al norte con el río Yaracuy. Al sur con la carretera Panamericana y el río Urama en su declive hacia el mar. Por el este con la línea divisoria entre Morón y Urama, Parroquia de Juan José Mora. Esta línea parte desde el lindero norte con el estado Yaracuy, en el río del mismo nombre, sigue al sur hasta encontrar la quebrada Sanguijuela, de aquí hasta terminar en la fila La Justa. Y por el oeste se rodea de las aguas de los ríos Canoabito, Taría y el Yaracuy que lo separa de las poblaciones vecinas del extremo oriental del estado Yaracuy (La Hoya, Farriar, Aguas Negras, El Chino).

San Pablo se encuentra emplazado en el extenso valle del río Yaracuy, que con la ayuda del río Aroa más las abundantes precipitaciones, han venido erosionando las rocas y rellenando este amplio estuario de origen cenozoico que se extiende entre la serranía de Aroa y la punta norteña del macizo de Nirgua. Este valle es propiamente un surco producto del hundimiento del terreno por causa tectónica. Veamos lo que nos dice un informe geológico y minero de los yacimientos de cobre de Aroa: "El valle se encuentra relleno de aluviones modernos y sus características fisiografías indican la posibilidad de un origen tectónico, un bloque deprimido entre dos fallas, es decir, un graben ".

Esta depresión o surco tectónico funciona como un corredor que comunica la región de los llanos con los puertos del Caribe (Puerto Cabello y anteriormente Tucacas, lo que posibilitó el poblamiento de cumbres, valles y hoyas intermedias y a la par el tendido de carreteras y vías férreas para el transporte de carga (cobre, caña de azúcar, etc.), actividad que impulsó una época floreciente de estos pueblos que languidecen de tristeza hoy en día.

La conformación del terreno es inestable, sujeta a movimientos sísmicos. Sobre estas tierras se levanta una vegetación selvática, densa, con grandes reservónos de agua y una variada fauna. En la parte del litoral, y antes también, se presentan algunas ciénagas cubiertas por los cocales y malezas que también cubren los cordones arenosos de la explanada del Golfo Triste. En el litoral las albuferas ya no existen, han sido tapiadas por la acción fluvio-marina en complicidad con el tiempo.

La zona goza de un clima benigno. Los vientos del norte penetran por el abra barloventeña de Tucacas, facilitando su paso la morfología del surco, lo que permite un refrescamiento de la temperatura no haciéndola excesiva. Las temperaturas máximas que se dan en los meses de marzo o abril, no sobrepasan los 26 grados centígrados; y la diferencia con la mínima temperatura que se da en el mes de enero, no es grande: la oscilación es de un poco más de un grado, por lo tanto posee temperaturas agradables casi todo el año. En relación a la lluviosidad, podemos decir que es abundante, teniendo su máxima expresión en los meses de junio o julio. Este sector puede presentar precipitaciones de 1.000 a 1.500 mm. Anuales. El déficit entre la evaporación y la lluviosidad es prácticamente nulo, tal como lo demuestra la exuberante vegetación del área y la excelentísima vocación agrícola de sus tierras.


Los suelos son aluvionales, pertenecientes a la era cuaternaria, están constituidos fundamentalmente por arenas, limos, arcillas y gravas poco consolidadas. Son suelos formados por materiales sedimentarios de reciente formación, destacando los terrenos arenosos, poco compactados y de topografía plana con pendientes menores al 0,2%. Esta planicie está cargada de un bosque denso y poco aprovechada para la agricultura, más bien su uso se orienta actualmente a la explotación maderera y ganadera. Por ser una zona en las adyacencias de vanos ríos y por su baja topografía, es propensa a las inundaciones en la época de lluvia y en las épocas de sequía mantiene un nivel freático muy alto. La propiedad territorial o tenencia de la tierra en el área de San Pablo y tierras circunvecinas es un testimonio o signo viviente del viejo latifundismo gomecista de principios de siglo. Esta herencia del gomecismo ha sobrevivido hasta hoy. Desde los tiempos del General Félix Galavís hasta los terratenientes de fin de siglo (también de la familia Galavís) en combinación con los Sansones (Sangala), mantienen aún la propiedad de los terrenos sobre los cuales se erige el poblado de San Pablo.


Fuente: Libro Crónicas desde Morón, escrito por el Profesor Alexis Coello.



Historia de Palma Sola

Palma Sola constituye una extensión de tierra planas en las adyacencias del mar, enclavado entre la desembocadura del río Morón y el saliente de punta Morón. Sus suelos son de tipo-salino-arenoso, cubiertos por una vegetación desidua en transición xerófita.

Sus parajes son el hábitat natural de aves como el arrendajo, garzas, gaviotas y reptiles como las serpientes de cascabel y la coral. Quizás su nombre (Palma Sola) haya sido extraído de las soledades que envuelven su taciturnos paisajes donde resalta la palmera que batiéndose al viento señorea por las tardes manchadas de sol y regocija por la virginidad perdida de la mar a causa del espolón que como lengua rocosa penetra en sus entrañas para beneplácito de pescadores y surfistas.

Las costas de Palma Sola vieron desembarcar al Mariscal Juan Crisóstomo Falcón un 24 de julio de 1859, proveniente de la isla de Curazao. Traía además, la goleta del Mariscal, Falcón al futuro presidente e "Ilustre Americano" Antonio Guzmán Blanco, Jacinto Regino Pachano y otros 35 acompañantes. En el mismo año, en menos de 4 meses estuvieron en Morón los máximos dirigentes de la Federación. Efectivamente, el general Ezequiel Zamora estuvo en Morón desde el 23 de marzo de aquel año; estableció su cuartel general, incrementó sus tropas con moroneros y luego venció a las fuerzas del gobierno en la batalla de El Palito, regresó a Morón y marchó hacia San Felipe. El Mariscal Falcón llegó por Palma Sola, pernoctó en Morón y siguió el rumbo de Zamora. Sin embargo, lo significativo es que los moronenses pudieron comparar las dos personalidades de los jefes federales.

Según los cronistas de ese entonces, el historiador Federico Brito Figueroa señala lo siguiente: "Falcón estaba sano y salvo en Morón desde el 24 de julio de 1859, renegando de esta nefasta invasión, temblaba de rabia y envidia, porque los moroneros solamente preguntaban por Zamora, y comentaban entre sí que el jefe del pueblo soberano venía de regreso de los llanos para marchar hacia Caracas y terminar con la oligarquía. Algunos llegaban a gritar mirando de reojo a los acompañantes de Falcón: ¿Estado mayor con patiquines? Para estado mayor el del general Zamora, con hombres como Prudencio Vásquez".

Quiso el general Marcos Pérez Jiménez, Presidente de la República, construir una moderna urbanización en los terrenos de Palma Sola, aprovechando su tibio clima y su brisa de mar que armoniza con una estratégica posición geográfica. Para tal efecto se creó un ambicioso proyecto urbanístico que abarca diversas áreas de servicio, vialidad, cloacas, recreación, educación, etc., y confortables viviendas que matizaban un espacio idóneo para la vivencia y esparcimiento humanos.

Este proyecto paradisíaco o esta urbanización modelo fue truncado con la llegada de los gobiernos democráticos. Allí quedaron las amplias viviendas sepultadas bajo un manto vegetal, calles perdidas en el follaje del tiempo, a medio camino se detuvieron los sueños de grandeza. Palma Sola aún sigue esperando. También su parsimonia vio esfumar su río Canme, que una vez calmó su sed, el Morón infielmente se desvió por caminos nauseabundos. Quedó en su aridez la sequía, que hoy es su entrañable amiga, como también lo son los amores furtivos que se cobijan bajo su cielo brumoso de blanco y la verde espesura de los matorrales. En 1963 se emplazó en sus lares la compañía alemana Volkswagen de Venezuela. Con el impulso de los europeos la zona obtuvo un dinamismo inusitado, se construyeron nuevas viviendas para los trabajadores, se abrieron los sitios de recreación y la playa se colmaba de bañistas que disfrutaban de las modernas instalaciones de los prósperos balnearios.

Pero esta ensambladura del popular vehículo tuvo un final infeliz. Producir un vehículo a bajo precio para los venezolanos era una ofensa para las grandes compañías automotrices, era una inaceptable competencia para la Ford y la Chevrolet, por lo tanto había que aplastar a la intrusa alemana, y así fue. La General Motors, el Poder Judicial y la mafia smdicalera se encargaron de echar la lápida sobre la cuna del escarabajo y el pobre se quedó con las ganas de tener carro y Palma Sola volvió a dormirse en sus laureles.

Hoy día Palma Sola es la única playa del moronense, allí acuden los fines de semana. En los alrededores de la playa se han instalado numerosas casitas para expender pescados y refrescos.

En una de ellas se encuentra Marino, llamado "El Camello"por sus amigos, como un ermitaño del mar tira su cordel al agua en busca de su presa, buen pescador pero mejor bochador de bolas criollas.


"¡Ahí tienes tu camello! ¡Ahí tienes tu camello!", le grita Marino al público cuando pega un boche clavao, ya que los presentes buscan ofenderle para desconcentrarlo. Pero El Camello no come cuento.


Fuente: Libro Crónicas desde Morón, escrito por el Profesor Alexis Coello.



Sector La Pancha

La Pancha fue un surco cenagoso (todavía lo es en parte), que constituye la vega del rio Morón en su curso medio y en su lado oeste. Este lote de terreno es anegadizo, excepto la parte que ha sido rellenada y donde se ubican importantes establecimientos comerciales. Su ubicación es céntrica, a escasos metros de la encrucijada de Morón y al costado este la avenida Falcón. Esta zona es el desagüe natural del río a la vez el área que recoge el drenaje de las aguas que bajan de la parte occidental (de los barrios de San Diego, Las Parcelas, La Línea, Barrio Coro, etc.) y que son conducidas hasta el lecho del río, por esto es que La Pancha está cruzada de canales y quebradas que como cicatrices marcaron su incierto destino.

La Pancha está frente a Bota Burro, apenas divididos por la Av. Falcón. Sobre estos terrenos inundables se construyeron sin mucha (o ninguna) planificación los barrios La Pancha, La Charneca, Barrio Unión y el sector aledaño a la Av. Falcón. Este espacio se nutrió poblacionalmente hablando en la década de los 60, a raíz del boom industrial surgieron barrios improvisados y de una configuración anárquica, ranchos de tablas y cartón que hoy en día se han renovado hasta convertirse en lujosas casas y modestas quintas en calles pavimentadas impregnadas de la vitalidad bulliciosa de los infantes.

Sus rincones y caminos, sus calles estrechas nos susurran simpáticas anécdotas y graciosas menudencias, algunas de las cuales seguidamente vamos a relatar.

Esta zona era el escenario de las actuaciones de Chiripa, gran amigo de lo ajeno y hábil para penetrar a la residencia de sus víctimas para sustraerles modestos artefactos domésticos como radios, planchas, ventiladores, algo de dinero, joyas etc. (para entonces no había muchos televisores, ni existían los sofisticados equipos de sonidos ni los VHS). Chiripa era el azote del Barrio Unión. Cierta noche se organizaron varios vecinos para atrapar al ladrón. Se reunieron para preparar la estrategia de la captura Fay Calembé, el difunto Luis Acosta, José Partida, Gregorio Quevedo, Lino Arévalo y mi difunto padre. Ellos suponían que Chiripa llegaría en la madrugada por lo que cada uno se ubicó en un sitio estratégico acompañado de una botella de popular para "aguantar el frío y mantener la vigilia " y efectivamente Chiripa pasó a las tres de la madrugada, los consiguió dormidos de la pea, robó en el barrio y de paso les llevó las carteras en medio de los ronquidos de los durmientes.

Chiripa era un ladrón sano. A nadie agredía, su defensa era sus ágiles piernas para desaparecer en la noche ayudado siempre por vestimenta negra. Algunos dicen que murió en el servicio militar.

En las cercanías del puente sobre el canal que descarga en el río Morón, frente a la avenida Falcón, se encontraba un inmueble que fue habitado por la familia Bracho (en la actual Moronera), luego funcionó allí una funeraria regentada por el popular Venegas, hombre de aspecto muy sobrio. Venegas acostumbraba dormir dentro de los ataúdes, muchos clientes o visitantes ocasionales pegaron la carrera bien lejos cuando entraban a la funeraria en hora de la mañana y al tocar la puerta Venegas se levantaba con cara de enratonado espantando en el acto a los desprevenidos visitantes. Venegas tuvo ciertos inconvenientes con algunos pobladores porque si alguien se desmayara o tuviera un ataque de epilepsia, inmediatamente Venegas sacaba su metro que llevaba en la cintura y le tomaba la medida para proveerle el ataúd. Más de uno se levantó y le dio una trompada. Hoy nadie sabe de él, algunos dicen que falleció, otros dicen que está en la cárcel.

En este mismo lugar funcionó una pescadería. Era propiedad de uno de los hermanos Moreno. Allí trabajaron como empleados Norman Colmenares y Alberto Moreno. Ambos eran registrados por las tardes antes de salir del local por el propietario del negocio, para evitar el acostumbrado piquete.


Norman decidió burlar la estricta vigilancia del dueño, entonces mandaba a su mujer a comprar pescado por las tardes y, dentro del pescado, en el lugar de las tripas, metía billetes de 500 bolívares. Pero Alberto un día lo descubre y le propone un acuerdo. Los billetes siguieron saliendo en los vientres de los pescados que el dueño obsequiaba para la cena a los abnegados trabajadores, más adelante, al cruzar la esquina Norman y Alberto partían la cochina. Una vez Norman y Alberto fueron enviados por el dueño de la pescadería a Punto Fijo a comprar 100 kilos de pargos. Llegados al sitio de la compra, Alberto se para al frente de los cajones repletos de diversos tipos de pescado, y pide el más rojizo porque ese era el propio pargo, el vendedor insiste y le dice que el propio pargo es el de color más claro, Alberto le responde en forma airada. "¡Usted, no va a saber más de pescado que yo!". El vendedor le dice: "Bueno, si usted lo dice"; Alberto y Norman llegaron a Morón con 100 kilos de Catalana (pescado rojizo pero de muy baja calidad). Al poco tiempo quebró la pescadería gracias al erudito en pescados Alberto Moreno y a las andanzas de Norman Colmenares.


Fuente: Libro Crónicas desde Morón, escrito por el Profesor Alexis Coello.



El Barrio de Los Apamates

Dos semicurvas y una recta componen la vieja callejuela que se extiende de oeste a este. No posee otra salida que la misma entrada que es por la avenida Falcón, aunque uno o dos recovecos conducen a los peatones hacia los lados de los barrios El Jabillo y La Charneca. Este barrio fue emplazado en un terreno muy irregular, al borde de una gran ciénaga, llamada La Plancha, que lo cubre por el lado sur y en tiempo de lluvia se expande hacia el este. Por el norte le cae una quebrada intermitente que se une en el extremo de la calle a los terrenos cóncavos de La Plancha. Estas condiciones topográficas hicieron que las casas se acomodaran anárquicamente y la calle se configurara sin ninguna simetría u orden. Generalmente es estrecha, aunque en algunos puntos se ensancha; una que otra casa están a media calle.

El barrio se fundó en el segundo lustro de la década de los años cincuenta en terrenos de un antiguo potrero. Su creación fue producto de la inmigración de falconianos que vinieron tras los puestos de trabajo de la incipiente industria petroquímica, humildes corianos que parapetearon sus humildes viviendas con materiales sencillos o de desechos.

Los barrios del norte del municipio entre los cuales citamos a Bota Burro, El Mamón, El Jabillo y Unión, todos adyacentes a la avenida Falcón, fueron los que concentraron, en esa época, la mayor cantidad de "cabezones" provenientes de la tierra de los caquetíos. Entre los fundadores del barrio Los Apamates recordamos a José del Carmen Fernádez, Luis Acosta, José Faneite, Francisco Rodríguez, Isabel de Rodríguez, Dionisio Sánchez, Modesto Gotilla, Juan de Dios Lugo, Ramón "el loco", Cosme Coello, Domingo Manzano, Eustaquio Montañés, Fay Calembé, Tomás Méndez, Leonor de Quintero, Gregorio Quevedo, José Partida; por la Av. Falcón, los Romero y los Sirit.

En la quebrada húmeda había crecido una hilera de los altos apamates que cuando florecían el cielo del barrio se nublaba de violetas y los niños de entonces jugaban con las flores que al desprenderse de la cima caían girando en sí mismas como un trompo, y movidas por la brisa se hacía difícil tomarlas en el aire; ése era el juego, quien tomara mayor cantidad era el ganador.

Eran los tiempos de los juegos infantiles sanos y de la tradición muy venezolana. Lamentablemente han desaparecido y los muchachos de ahora se inclinan prematuramente por los juegos de adultos (caballos, loterías, etc.) o llevados por los valores foráneos que preconiza la televisión buscan entretenerse en actos que en la mayoría de las veces hacen apología a la agresividad y a la violencia.

Entre los juegos que disfrutaban los zagalos del barrio estaban: policías y ladrones, el fusilado (al que perdía se le deban vanos pelotazos por la espalda), las metras o canicas, riñas de trompos (más de uno lloraba cuando le rajaban el trompo), guataco por las orejas, palito matequillero, la pelota de goma callejera. Estos juegos empezaban y terminaban en un gran bullicio o algarabía. Otras veces los muchachos se acurrucaban en las aceras a oír los cuentos o historias de algún adulto o galanteaban a las muchachas con un rin de bicleta o un neumático que empujaban simulando un automóvil o andaban sobre una varilla de madera que se convertía en caballo.

Con el tiempo cayeron los apamates y al barrio se le llamó solamente Unión. Uno a uno fueron desapareciendo, uno por la acción del hombre y otros por fuerza de la naturaleza. La transformación llegó, los infantes se hicieron adolescentes, y éstos, adultos.

Buscaron el porvenir en los caminos tortuosos de la vida, el viejo barrio había servido para una etapa de la existencia, ya que se hacían necesarios nuevos horizontes. A uno pocos mayores se los llevó la pelona; otros, cuando jóvenes, se marcharon a Valencia; pocos sucumbieron ante las sustancias psicotropicas y la mayoría han encontrado otros lares y se mantienen fieles a principios de honestidad y laboriosidad.

Cuando fuimos concejales logramos asfaltarles su única calle y se les construyó una buena cancha deportiva. Giannatale le hizo un puente, lástima que hoy esté carcomido por la herrumbre. Los gobiernos (local y regional) sustituyeron la red de aguas blancas y lo dotaron de cloacas, aceras y brocales. La escuelita (construida por los fundadores) fue ampliada mejorándola considerablemente gracias a la intervenciones de las maestras Mirian, Loly y Haydée.


Barrio Unión fue el primer barrio de Morón que formó una junta de vecinos, no obstante, quedó sin protocolizar en las oficinas de registro.


Fuente: Libro Crónicas desde Morón, escrito por el Profesor Alexis Coello.